Bogotá, 23 jun (Natalia VargasI EFE).- La hidroxicloroquina, un medicamento utilizado desde hace décadas en enfermos de malaria y de afecciones reumáticas, se ha convertido en uno de los tratamientos más utilizados contra el COVID-19. Pero la publicación de estudios científicos contradictorios y las diferentes pautas establecidas por países afectados por la enfermedad han creado confusión en torno a su uso.
¿Qué es la hidroxicloroquina?
Es un fármaco que alivia la inflamación y rigidez de las articulaciones en las personas que padecen artritis. También se utiliza contra los síntomas del lupus y para prevenir y tratar la malaria, según la guía de antibióticos de la prestigiosa universidad norteamericana Johns Hopkins.
Resultados contradictorios y poco concluyentes
La mayoría de los estudios publicados no avalan la eficacia del antimalárico para tratar a los pacientes infectados durante la pandemia, bien porque sus resultados son poco concluyentes o porque no demuestran reducir la mortalidad en los enfermos.
Primer estudio: resultados prometedores pero limitados
El primer estudio relevante sobre la eficacia de la hidroxicloroquina para tratar el COVID-19, publicado por la revista científica International Journal of Antimicrobial Agents el pasado 20 de marzo, fue realizado en Francia y arrojó resultados prometedores: de una muestra de 36 pacientes tratados con este antipalúdico combinado con la azitromicina, veinte eliminaron el virus.
Sin embargo, el propio artículo reconoce sus limitaciones por el reducido tamaño de la muestra, agravado por la retirada de seis pacientes durante el estudio, y la necesidad de estudiar los efectos durante más tiempo.
De hecho, el Colegio Americano de Médicos publicó pocos días después un artículo en el que subrayaba inconsistencias de la investigación francesa como la de aplicar pautas distintas en los centros del sur de Francia en donde se realizó la investigación, incluir a pacientes con cargas virales dispares y no modificar el planteamiento del estudio cuando seis pacientes interrumpieron voluntariamente el tratamiento.
Una investigación bajo sospecha
El 22 de mayo, la revista científica The Lancet publicó otro estudio que sugiere que el tratamiento con hidroxicloroquina o su análogo cloroquina no solo no produce mejoras en los pacientes con COVID-19, sino que aumenta su posibilidad de morir.
“El uso de un tratamiento que contenga hidroxicloroquina o cloroquina (..) no está asociado con una evidencia de beneficio, sino con un aumento en el riesgo de arritmias ventriculares y un mayor riesgo de muerte hospitalaria con COVID-19”, recoge el texto.
El estudio, realizado por investigadores de Estados Unidos y Suiza, analiza datos de casi 15.000 pacientes en 600 hospitales que recibieron alguno de los dos medicamentos, y de otros 81.000 pacientes.
Sin embargo, una semana más tarde, la publicación británica retractó el artículo al no poder garantizar la veracidad de los datos empleados, especialmente de los proporcionados por Surgisphere Corporation.
Sin beneficios aparentes
En las últimas semanas se han publicado nuevas investigaciones con un resultado similar: tomar hidroxicloroquina no protege frente al nuevo coronavirus.
Un artículo publicado en la revista New England Journal of Medicine a principios de junio revela que no hay resultados ni clínica ni estadísticamente “significativos” sobre la eficacia del fármaco. De los 107 participantes que desarrollaron la enfermedad, 49 de ellos habían sido medicados y 58 solo recibieron un placebo, lo que representa una reducción de apenas el 2,4 % en el desarrollo del COVID-19.
También los ensayos Recovery de la Universidad de Oxford, realizados sobre 11.000 pacientes en Reino Unido y cuyos resultados fueron publicados el pasado día 5, concluyeron que el tratamiento con hidroxicloroquina no había reportado beneficios a los pacientes estudiados.
Un medicamento muy politizado
Si la hidroxicloroquina se ha convertido en un medicamento popular en la opinión pública no ha sido solo por estos ensayos, sino también por la publicidad que le han hecho figuras como el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien tras haberse referido en múltiples ocasiones a este fármaco como un posible tratamiento para el COVID-19, llegó a afirmar que él mismo estaba tomando el medicamento.
En marzo, tras la publicación de la primera de las investigaciones, realizada en Francia, el líder republicano comenzó a hablar de los resultados prometedores del antimalárico frente al coronavirus. En un tuit, el mandatario declaraba que “la hidroxicloroquina y la azitromicina podían cambiar el juego en la historia de la medicina”.
HYDROXYCHLOROQUINE & AZITHROMYCIN, taken together, have a real chance to be one of the biggest game changers in the history of medicine. The FDA has moved mountains – Thank You! Hopefully they will BOTH (H works better with A, International Journal of Antimicrobial Agents)…..
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) March 21, 2020
Meses después, llegaba a afirmar a los periodistas que estaba en tratamiento, pese a no estar enfermo:
«Creo que da un nivel adicional de seguridad, pero pueden preguntar a muchos doctores, a los trabajadores que están en primera línea, muchos no irán sin la hidroxicloroquina«, aseguró el mandatario a finales de mayo.
En esas mismas fechas, cuando Brasil era ya el segundo país del mundo con más casos de COVID-19, su presidente, Jair Bolsonaro, impulsó un protocolo para el tratamiento de pacientes con coronavirus que ampara el uso de la cloroquina y la hidroxicloroquina en casos leves, en lugar de reservarlo solo para casos clínicos, como recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS).
«Aún no existe comprobación científica, pero está siendo experimentada y usada en Brasil y en todo el mundo. De todas formas: estamos en guerra» y «peor que ser derrotado es la vergüenza de no haber luchado«, resaltó Bolsonaro en su cuenta de Twitter.
– Ainda não existe comprovação científica, mas sendo monitorada e usada no Brasil e no mundo. Contudo, estamos em Guerra: “Pior do que ser derrotado é a vergonha de não ter lutado.”
– Deus abençoe o nosso Brasil. https://t.co/E0cu23id8g
— Jair M. Bolsonaro (@jairbolsonaro) May 20, 2020
También el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, aseguró a finales de mayo que tomaba hidroxicloroquina como medida de prevención frente al nuevo coronavirus.
«Yo lo voy a seguir usando, la gente que lo quiera utilizar, lo puede utilizar como profilaxis» y «solicitaría humildemente, porque somos un país pequeño, revisar ese protocolo«, dijo el mandatario salvadoreño en una conferencia de prensa.
Las declaraciones de líderes mundiales a favor del fármaco han hecho que el antimalárico se haya agotado y generado complicaciones para el tratamiento de pacientes con lupus o artitris.
Así lo advirtió la Alianza Global de Reumatología para el COVID-19, una red de reumatólogos y pacientes que surgió en medio de la pandemia, mientras las denuncias de pacientes con enfermedades como el lupus que no podían adquirir el fármaco saltaban a las redes sociales y a WhatsApp.
Pese a estas advertencias, los antimaláricos y su derivados continúan usándose en EEUU, incluso sin precauciones y provocando casos como el de un hombre de 65 años murió en Arizona después de ingerir fostato de cloroquina, un químico que no estaba diseñado para el consumo de los seres humanos sino para limpiar acuarios.
Los vaivenes de las autoridades sanitarias
Mientras avanzaba la pandemia, las autoridades sanitarias internacionales y nacionales han tomado decisiones cambiantes en función de los resultados científicos sobre la eficacia de la hidroxicloroquina.
Estos vaivenes incluso han llevado la Organización Mundial de la Salud a pedir perdón a la opinión pública por la actual confusión respecto al uso del antibiótico.
«Nos disculpamos colectivamente por la imagen de confusión que los estudios pueden dar, pero hay que seguir las evidencias científicas y asegurarse de que las personas que entran en estos ensayos clínicos lo hacen de una forma segura y que dé prioridad a su bienestar«, destacó en rueda de prensa el director de Emergencias Sanitarias de la OMS, Mike Ryan, hace una semana.
La OMS había presentado en marzo “Solidarity”, el mayor ensayo clínico en la búsqueda de un tratamiento eficaz contra el nuevo coronavirus, en el que hasta el momento participan de forma voluntaria 3.500 pacientes en 35 países.
La hidroxicloroquina era uno de los medicamentos en estudio, junto al antiviral remdesivir (normalmente usado contra el ébola), el lopinavir y ritonavir (utilizados en portadores de VIH) y el interferon beta (contra la esclerosis múltiple).
Pero la OMS suspendió este miércoles de forma definitiva los ensayos clínicos con el antipalúdico, dos días después de que se revocara su uso en Estados Unidos, uno de los países que más había apostado por este fármaco.
«Basados en evidencias publicadas por los ensayos Solidarity (patrocinados por la OMS) y Recovery (llevados a cabo por la Universidad de Oxford), hemos concluido que se interrumpirán las pruebas con hidroxicloroquina«, dijo Ana María Henao, directora del Plan de Acción para Investigación y Desarrollo del organismo.
Las dos investigaciones han mostrado que el uso de hidroxicloroquina «no reduce la mortalidad de los pacientes con COVID-19«, puntualizó.
La OMS ya detuvo a finales de mayo y primeros de junio los ensayos con hidroxicloroquina, tras publicarse el estudio en la revista The Lancet que advertía de un aumento en la mortalidad de pacientes tratados con este fármaco, pero los reanudó después de que tres de los cuatro autores del artículo se retractaran.
Este lunes, la Administración de Alimentos y Fármacos estadounidense (FDA) revocó su autorización para el uso de urgencia de hidroxicloroquina en pacientes graves con la COVID-19, al concluir igualmente que no estaba siendo efectivo.
El fin de los ensayos coincide con el descubrimiento por parte de la Universidad de Oxford de que el uso de la dexametasona puede reducir considerablemente la mortalidad de pacientes graves de la COVID-19.
Durante la pandemia, Estados Unidos ha sido uno de los países donde más se ha popularizado la hidroxicloroquina. La FDA autorizó el uso de urgencia del fármaco en pacientes hospitalizados y en los que participaran en ensayos clínicos durante tres meses, hasta que el segundo no reducía la mortalidad.
Pese a ello, Trump anunció que enviará más dosis a Brasil y otros países.
“Sí, lo ha pedido (Brasil) y vamos a mandarla. Yo no me puedo quejar, la tomé durante dos semanas y aquí estamos”, dijo el presidente.
Perú, uno de los países con más casos de COVID-19, mantiene el tratamiento ambulatorio temprano con hidroxicloroquina y el antiparasitario ivermectina como “una alternativa seria y segura» para los pacientes afectados por el coronavirus.
En Europa, países como Francia, Bélgica e Italia prohibieron a finales de mayo el uso del fármaco para tratar a los enfermos de coronavirus, mientras que Portugal lo desaconsejó.
En España se ha suspendido el inicio de ensayos clínicos con hidroxicloroquina, así como el reclutamiento de pacientes hospitalizados moderados y graves, después de que los estudios de la OMS y Reino Unido concluyeran que este tratamiento no aporta beneficio en los pacientes.
La Agencia Española del Medicamento (AEMPS) recuerda, no obstante, que los análisis preliminares no han detectado ningún problema de seguridad y que la recomendación de interrumpir el reclutamiento de los ensayos se debe a la falta de beneficio clínico en pacientes hospitalizados.
Fuentes:
– Guía de Antibióticos de la Universidad Johns Hopkins.
– Cuenta de Twitter de Donald Trump.
– Cuenta de Twitter de Jair Bolsonaro.
-«Un hombre muerto y una mujer grave tras automedicarse contra el coronavirus», EFE, 24 de marzo.
-«OMS se disculpa por confusión en torno a tratamientos con hidroxicloroquina», EFE, 5 de junio.
-Trump seguirá enviando hidroxicloroquina a Brasil, pese a dudas sobre fármaco, EFE, 16 junio.