Madrid, 5 ene (Fernando Labrador | EFE).- La aparición del nuevo coronavirus disparó en 2020 la desinformación en todas sus formas y alumbró una nueva gran teoría conspirativa, la «plandemia» -según la cual la pandemia fue planificada-, que se suma a otras que resurgieron con más fuerza: las que demonizan las vacunas o el 5G y el movimiento QAnon, que engloba a todas ellas.

El origen del nuevo virus

Cuando el nuevo coronavirus se daba a conocer en todo el mundo, aparecían los primeros bulos, que afirmaban que el patógeno era un arma biológica para minar al gigante asiático, o viceversa, creada por China, como explicó el 29 de enero Foreign Policy.

Los bulos sobre la epidemia se sucedieron las primeras semanas, antes de que a mediados de marzo se generalizaran los confinamientos en Europa. Entre todos ellos destacaron los mensajes referidos al origen del virus, con diferentes versiones y una misma premisa: no había surgido de forma natural, sino en un laboratorio.

Dado que en la ciudad en la que se diagnosticaron los primeros casos, Wuhan, existe un laboratorio biotecnológico –del que informó Nature en 2017-, enseguida surgió la hipótesis de que el paciente cero se originó en ese centro de investigación, bien a propósito, o bien por un error en los controles de seguridad de las investigaciones.

A esa teoría le dio alas la cadena de televisión estadounidense Fox News, que aseguró el 15 de abril tener fuentes de que una cepa natural bajo estudio en el laboratorio pasó a un trabajador del centro, quien sería así el paciente cero.

Sin embargo, un grupo de científicos ya había confirmado el 17 de marzo en una publicación en Nature que existían “datos genéticos irrefutables” del origen animal del SARS-CoV-2, basados en que su estructura vertebradora no deriva de ningún virus conocido previamente.

Además, la comunidad científica coincide en que otra prueba de que el origen del nuevo coronavirus no es artificial es que una de las proteínas presentes, la S, es distinta en animales y humanos y, de hecho, se ha demostrado que es más larga que la de sus homólogas de murciélago.

Igualmente, decenas de científicos occidentales habían publicado ya el 7 de marzo un documento en The Lancet en apoyo a sus colegas chinos que habían investigado la procedencia del nuevo coronavirus.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) confirmó el 4 de mayo que el virus tenía un origen animal y refutó por completo su creación en un laboratorio.

Aun así, siguieron circulando teorías conspirativas sobre otros supuestos orígenes del virus, como su creación por las grandes corporaciones farmacéuticas para vender luego la vacuna o la posibilidad de un complot en el que estuvieran implicados Bill Gates o George Soros, e incluso que el virus no existe y se lo habían inventado los medios de comunicación.

La «plandemia»

El nombre de «plandemia«, un juego de palabras entre plan y pandemia -que en inglés es similar, «plandemic»- dio nombre a un documental que se hizo muy popular a principios de mayo, hasta que fue vetado por YouTube y Facebook.

«Plandemic» fue lanzado el 4 de mayo y había sido visto por más de 8 millones de personas en Facebook y más de 7 millones en YouTube antes de ser prohibido tres días después.

El vídeo duraba 26 minutos, en los que el cineasta Mikki Willis entrevistaba a una presunta reputada científica, Judy Mikovits, quien, sin embargo, era más bien conocida por controversias previas y por haber sido refutadas por pares sus investigaciones más polémicas, advirtió la NPR, la cadena pública de radio estadounidense.

El 18 de agosto fue publicada una secuela del vídeo, más larga, de 84 minutos, que fue vetada desde el primer momento en Facebook, y que no tuvo éxito en su viralización.

Al margen de los vídeos con ese nombre, el término plandemia cuajó para definir a la supuesta conspiración en la que creían muchas personas, entre ellas las miles que se manifestaron en Madrid y otras grandes capitales europeas el pasado agosto.

A los «plandémicos» se sumaban en las protestas quienes se oponían a las medidas de prevención de la covid tomadas por los gobiernos, en especial la distancia social y la obligatoriedad de cubrirse nariz y boca con una mascarilla.

Algunas de las protestas concluyeron con actos violentos y un hombre fue detenido en Aragón por incitación al odio en las redes sociales.

El movimiento antimascarillas difundió diversos bulos durante el año, que se volvieron muy virales, como que el cubrebocas provoca hipoxia o intoxicaciones y que causa infecciones o pleuresía; todos ellos desmentidos, siempre que el uso de las mascarillas sea correcto.

Antivacunas con viento a favor

Los precedentes de las vacunas surgieron en Asia varios siglos antes de la primera vacunación por Edward Jenner en 1796. La primera norma jurídica, la British Vaccination Act, data de 1840 y fue obligatorio vacunar a los bebés británicos desde 1852. En esos años, a mediados del siglo XIX, se organizaron las primeras asociaciones de quienes se oponían a estos fármacos, y en 1898 la presión de la liga antivacunación logró que se admitiera una cláusula de objeción de conciencia para los padres.

Los movimientos antivacunas crecieron a finales del siglo XX por dos casos también surgidos en el Reino Unido. En los años 70 fue publicado un informe sobre niños con problemas neurológicos tras vacunarse de difteria, tétanos y tosferina, sin que hubiera pruebas concluyentes.

Y, en 1998, el médico Andrew Wakefield alertó de una posible relación con el autismo de la vacuna contra sarampión, paperas y rubeola. En los años siguientes se probó la falsificación de datos que había hecho y fue retirado del registro de médicos.

El grave daño a la salud pública mundial ya estaba hecho y pese a las comprobaciones del fraude que cometió Wakefield el siglo XXI comenzó con un resurgimiento del movimiento antivacunas en todo el mundo, en especial por esa presunta relación con el autismo, nunca probada, pero alentada por personajes famosos como Robert de Niro o Donald Trump.

Que las vacunas tienen efectos secundarios peligrosos, que previenen enfermedades erradicadas y que solo sirven para que las farmacéuticas hagan negocio son tres de los más difundidos mitos y bulos antivacunas.

Sin embargo, como afirma la OMS, es «mucho más fácil padecer lesiones graves por una enfermedad prevenible mediante vacunación que por una vacuna«, pues «los beneficios de la vacunación superan largamente los riesgos«. Si se dejase de vacunar, reaparecerían pronto enfermedades casi ya erradicadas, porque «la buena higiene, el saneamiento y el agua salubre son insuficientes» para detener algunos virus.

La OMS calcula que las vacunas evitan entre 2 y 3 millones de muertes cada año y además permiten reducir la propagación de la resistencia a los antibióticos.

La pandemia de coronavirus reactivó en 2020 a los antivacunas, que desplegaron un sinfín de falsedades para meter el miedo en el cuerpo.

Una de ellas es que las basadas en ARN mensajero producen alteraciones genéticas, pero no es posible porque una vez generada la respuesta inmunitaria dentro del organismo la molécula se degrada, como explican las autoridades sanitarias de la Unión Europea y Estados Unidos y la Asociación Española de Vacunología.

Otra filfa es que la covid es causada por un ingrediente de la vacuna antigripal, el polisorbato 80, pese a que no hay evidencia científica de que ese estabilizador de la vacuna sea inseguro «cuando se usa según las especificaciones establecidas«, según subraya el Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (AEP).

«Las vacunas son los productos farmacológicos más seguros que existen, no hay un producto con menos efectos secundarios que una vacuna«, explicó a EFE Verifica el doctor Jesús Molina Cabrillana, directivo de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene, tras indicar que las pocas veces que una vacuna implica efectos adversos, estos suelen ser leves.

Tampoco es cierto que una vacuna de Bill Gates causase un reciente brote de polio en África, ni que se elaboren con tejidos de fetos abortados, ni que el coronavirus se propagara a partir de vacunas de gripe contaminadas.

Si la «plandemia» fue protagonista de la desinformación en 2020, todo apunta a que los antivacunas marquen el ritmo en 2021, un año en el que las vacunas pueden ser el factor principal para que la pandemia de coronavirus remita.

Despliegue contra el 5G

Si el historial de los bulos antivacunas tiene un recorrido de dos siglos, el temor a las nuevas tecnologías ha ido siempre ligado a la evolución humana.

Los campos electromagnéticos en general y las telecomunicaciones en particular han estado en el punto de mira en las últimas décadas de quienes piden ralentizar el progreso tecnológico, basados en la ausencia de evidencias científicas a largo plazo de su inocuidad para la salud, pero extendiendo rumores sin rigor con ese objetivo.

En 2020, la quinta generación de las telecomunicaciones (5G) generalizó su despliegue en Europa y su inicio comercial por varias compañías en buena parte de las zonas geográficas urbanas, por lo que ganó visibilidad precisamente en el año pandémico, lo que hizo que se cruzaran las especulaciones para dar lugar a híbridos: bulos que relacionan al 5G con la covid-19.

No hay evidencias científicas que vinculen las redes 5G con el coronavirus, pero aun así se han sucedido las desinformaciones en ese sentido durante 2020, como que causa colapsos respiratorios o que la Unión Europea ha confirmado el daño a la salud.

El auge de QAnon

El cantante Miguel Bosé protagonizó en 2020 varios mensajes virales en los que arremetía contra las vacunas, contra las mascarillas, contra las farmacéuticas, contra Bill Gates y contra el 5G, todo con afirmaciones falsas.

Esa mezcolanza conspirativa es cada vez más profusa, pues como han indicado muchos expertos, quienes creen en una teoría son propensos a creer en otras.

En Estados Unidos desde 2017 y de forma creciente en Europa hay una teoría de la conspiración aglutinadora del resto, en la que caben todas las demás, sin casi excepciones: QAnon. Se originó en 2017 a raíz de unas supuestas revelaciones secretas de un presunto funcionario de alto rango que firma como Q y siempre ha permanecido en el anonimato. Anonimato que suelen compartir sus miles de seguidores, llamados a sí mismos por su abreviatura, «anon».

Creen que una élite pedófila rige el mundo, con Hillary Clinton, Barack Obama y el papa Francisco en la cima. A ellos les atribuyen el rapto de niños y cualquier otra fechoría imaginable, así como intenciones genocidas entre las que se encontrarían las vacunas y el 5G como herramientas.

En ese contexto, la pandemia de coronavirus ha sido un maná para QAnon, que vio aumentar sus grupos y etiquetas de manera exponencial en las redes sociales, hasta que estas le dieron el alto hace unos meses, durante la precampaña electoral de Donald Trump, quien fue considerado el mayor difusor de desinformación durante la pandemia.

En julio Twitter prohibió miles de cuentas asociadas a QAnon; en agosto siguió la misma senda la empresa de Mark Zuckerberg en Facebook e Instagram, y en octubre restringió también YouTube la multitud de desinformación con la que los «anon» inundaban la mayor plataforma de vídeos.

Fuentes:

«The proximal origin of SARS-CoV-2», Nature Medicine, 17 de marzo.

«Statement in support of the scientists of China combatting covid», The Lancet, 7 de marzo.

Información científico-técnica de covid, Ministerio de Sanidad, 26 de marzo.

«The Wuhan Virus Is Not a Lab-Made Bioweapon», Foreign Policy, 29 de enero.

«Seen ‘Plandemic’? We Take A Close Look At The Viral Conspiracy Video’s Claims», NPR, 8 de mayo.

«How the ‘Plandemic’ video hoax went viral», The Verge, 12 de mayo.

«Inside the Chinese lab poised to study world’s most dangerous pathogens», Nature, 22 de febrero de 2017.

Inmunización y seguridad de las vacunas, web de la OMS.

«Mitos y bulos antivacunas», EFE Verifica, 7 de abril de 2019.

«Los bulos más virales de los ‘antimascarillas'», EFE Verifica, 23 de septiembre.

OMS confirma origen animal del coronavirus causante del covid y refuta su creación en laboratorio, canal de EFE TV en YouTube, 4 de mayo.

«El coronavirus, ¿fabricado para vender vacunas, atacar a Trump, sembrar el pánico…?», EFE Verifica, 31 de enero.

«Coronavirus: Los bulos más virales sobre la pandemia», EFE Verifica, 11 de marzo.

«Las falsedades del vídeo en el que un periodista dice que la pandemia ha sido planificada», EFE Verifica, 6 de agosto.

«Trump, el principal impulsor de la desinformación durante la pandemia», EFE, 2 de octubre.

«Unas 2.500 personas se concentran en Madrid contra el uso de mascarillas», EFE, 16 de agosto.

«Coronavirus y vacunas: falsedades para meter el miedo en el cuerpo», EFE Verifica, 2 de diciembre.

«Las mascarillas no provocan infecciones, si se renuevan o lavan», EFE Verifica, 27 de julio.

Anti-vaccionationists past and present, R.M. Wolfe y L.K. Sharp, 2002.

Historia de los movimientos contra la vacunación, web del Colegio de Médicos de Filadelfia.

Historia del movimiento antivacunas, web de la Fundación IO.

«¿Por qué creemos en teorías de la conspiración?», Piedras de Papel, elDiario.es, 23 de noviembre.

«Facebook veta el documental conspiratorio sobre la ‘Plandemia'», TreceBits, 19 de agosto.

«Sources believe coronavirus outbreak originated in Wuhan lab», Fox News, 15 de abril.

«Las vacunas contra la covid de ARN mensajero no producen alteraciones genéticas», EFE Verifica, 1 de diciembre.

«El polisorbato 80 de la vacuna contra la gripe no causa muertes por covid», EFE Verifica, 24 de septiembre.

«¿Qué es QAnon y cuál es su influencia política?», canal de EFE TV en YouTube, 27 de noviembre.

«Ninguna vacuna tiene tasa de mortalidad y menos aún superior a la covid», EFE Verifica, 18 de septiembre.

«Es falso que la ONU haya admitido que una vacuna de Bill Gates causó un brote de polio», EFE Verifica, 21 de septiembre.

«El uso de mascarillas no provoca déficit de oxígeno o intoxicación», EFE Verifica, 27 de mayo.

«El uso de la mascarilla no provoca ‘pleuresía'», EFE Verifica, 28 de julio.

«Las vacunas no se elaboran con tejidos de abortos, sino con células creadas en laboratorio», EFE Verifica, 19 de noviembre.

«El coronavirus no se ha propagado a partir de vacunas de gripe contaminadas», EFE Verifica, 23 de junio.

«La UE no ha confirmado que el 5G sea perjudicial para la salud», EFE Verifica, 17 de junio.

«Bulos que relacionan al 5G con la covid-19», EFE Verifica, 19 de octubre.

«No hay evidencias científicas que vinculen las redes 5G con el coronavirus», EFE Verifica, 17 de abril.

«Es falso que el 5G o la banda de 60 GHz causen colapsos respiratorios», EFE Verifica, 16 de octubre.

«La UE no ha confirmado que el 5G sea perjudicial para la salud», EFE Verifica, 17 de junio.

«Las afirmaciones falsas de Miguel Bosé sobre GAVI, Bill Gates y el 5G», EFE Verifica, 11 de junio.

«¿Qué es QAnon?», EFE Verifica, 23 de noviembre.

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