Madrid, 13 oct (Fernando Labrador I EFE).-

¿Qué verificamos?

Las decenas de millones de fallecidos que dejó la pandemia de gripe de 1918 se dieron solo entre quienes habían sido vacunados, según varios mensajes compartidos en las redes sociales

Conclusión

La vacuna contra el virus de la conocida como «gripe española» no fue descubierta hasta los años cuarenta. Durante la pandemia se administraron algunas vacunas frente a bacterias, pero no hay base científica para achacarles efectos negativos.

Varias publicaciones en redes sociales han incluido en los últimos días mensajes como este: “La gripe española de 1918: solo murieron los vacunados”.

En Facebook fue compartida por varias cuentas que suman casi 200.000 visualizaciones. En ambos casos, las afirmaciones aparecen junto a fotografías en blanco y negro de la época.

En Twitter pueden encontrarse mensajes similares (1,2,3) desde agosto, y algunos de ellos enlazan al blog de Sal Martingano, quien se define como un «italiano de Brooklyn, conferenciante, pedagogo, escritor y quiropráctico» que recoge en una de sus entradas una de las fotografías compartida en Facebook.

El bloguero relaciona la mortandad de la pandemia de 1918 con una vacuna que el Gobierno estadounidense administró a un grupo de militares y que posteriormente se extendió a los civiles.

En 1918 no había vacuna contra la «influenza»

La vacuna contra el virus de la conocida como «gripe española» no fue descubierta hasta los años cuarenta. El virus de la influenza (gripe) fue aislado por primera vez en 1933, 15 años después de la pandemia, que dejó decenas de millones de muertos en todo el mundo entre 1918 y 1920.

Así, la primera vacuna contra la influenza se desarrolló unos años después, en 1940, en la Universidad de Michigan, y su distribución generalizada comenzó en 1945.

Por ello, las vacunas que se administraron durante la gripe española no luchaban contra este virus, sino que estaban indicadas contra bacterias, y en concreto contra el bacilo de Pfeiffer. Así lo explica John M. Eyler en un documento sobre el estado de la microbiología alrededor de 1918.

En 1918 se entendía que todas las neumonías eran producidas por bacterias«, explica a EFE Isabel Porras, catedrática de Historia de la Ciencia de la Universidad de Castilla-La Mancha.

En la pandemia de gripe de 1957-1958, como ya se disponía de antibióticos, se pensó que se podrían tratar con éxito todas las neumonías secundarias a la gripe. «Sin embargo, se comprobó que sólo una parte de las neumonías (las producidas por bacterias) respondían a los antibióticos», recuerda.

Fue entonces cuando se conoció que las neumonías causadas por la gripe pueden ser tanto víricas como bacterianas.

Primeras vacunas, contra bacterias

El médico Richard Pfeiffer anunció en 1892 que había descubierto esta bacteria cilíndrica alargada, que según él había sido la causante de la pandemia de 1889 y 1890, conocida como gripe rusa.

En los años siguientes, la comunidad científica dio por buena esa hipótesis, pero más adelante algunos investigadores lo pusieron en duda. Cuando comenzó la epidemia de gripe de 1918, había aún disparidad de opiniones.

En 1918 se desarrollaron y administraron vacunas contra la nueva epidemia de influenza basadas en el bacilo de Pfeiffer y otras bacterias.

Porras señala que esas vacunas, que “generalmente no estuvieron disponibles hasta el segundo brote, alrededor de octubre de 1918”, eran “preparadas con el bacilo de Pfeiffer” -que “para algunos (bacteriólogos de la época) era el germen responsable”- pero también con neumococos, estreptococos y micrococos catarrhalis, otros tipos de bacterias, por lo que en su mayoría eran mixtas.    

En España se desarrollaron entre 1918 y 1919 cuatro vacunas diferentes frente a bacterias, tres de ellas mixtas, en laboratorios de Madrid, Valencia, Sevilla y Barcelona, apunta Porras, autora de varias publicaciones sobre la pandemia de la gripe española.

No constan efectos adversos

Así, durante la pandemia se administraron algunas vacunas frente a bacterias, pero no hay base científica para achacarles efectos negativos.

No constan efectos adversos” de ninguna de las vacunas frente a bacterias que se administraron en aquel momento, asegura a EFE la catedrática de Historia de la Ciencia de la UCLM.

En algunos casos se hicieron ensayos clínicos, aunque en ese momento los estándares eran diferentes a los establecidos tras la II Guerra Mundial”, añade Porras.

En ningún ensayo de las vacunas frente a bacterias de 1918 y 1919 fueron descritas consecuencias adversas.

Respecto a su eficacia frente a las infecciones bacterianas derivadas de la influenza, algunos vacunólogos creen que tuvieron poco éxito.

Meningitis y gripe española

La tesis principal del mensaje falso que se ha viralizado es que la pandemia de 1918 “fue causada por dosis aleatorias de una vacuna contra la meningitis bacteriana experimental que hasta el día de hoy imita síntomas similares a los de la gripe”.

El blog alude así remite a una vacunación contra la meningitis realizada en el mismo campo de entrenamiento militar en el que la mayoría de historiadores de la medicina sitúan el primer brote documentado de la gripe pandémica en marzo de 1918, ubicado en el acuartelamiento Fort Riley, en Kansas.

Allí fueron vacunados 3.700 voluntarios y solo se registraron leves reacciones locales comunes, salvo alguna excepción en la que hubo susceptibilidad a la vacuna y se dio alguna irritación meníngea.

Para Jaume Claret, doctor en Historia y profesor de la Universitat Oberta de Catalunya, todos los documentos históricos y científicos dejan claro que “la única relación entre la gripe española y la meningitis es que en algunos casos la primera se confundió, por algunos diagnósticos previos y acelerados, con la segunda”.

El profesor de la UOC añade: “Fuera de eso, el resto son cuentos chinos de los negacionistas antivacunas”.

Porras, quien es licenciada en Medicina y Cirugía por la Universidad Complutense, además de doctora en Historia de la Ciencia, también tiene claro que “esa hipótesis no tiene sentido desde el punto de vista médico, considerando la composición de la vacuna”.

Además, aunque el campamento militar de Kansas sea el primer lugar documentado de la pandemia de gripe, la comunidad científica considera que su origen fue seguramente anterior, ya que están descritas neumonías con características similares en China y Hong Kong en 1917 y en el norte de Francia en el invierno de 1916, uno de los posibles focos iniciales, entre otros.

Fuentes: 

– María Isabel Porras Gallo, catedrática de Historia de la Ciencia de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM)

– Jaume Claret Miranda, profesor de los Estudios de Artes y Humanidades de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC)

– Documento “El estado de la ciencia, la microbiología y las vacunas alrededor de 1918”, John M. Eyler, biblioteca digital JSTOR.

– Cronología histórica de la influenza, en la web de Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) del Gobierno de Estados Unidos

– «La segunda ola de gripe española no fue más letal por la despreocupación ciudadana», Efe Verifica, 15 de julio.

– Manifiesto de la APHA, enero de 1919

– «Pandemias. La Gripe Rusa 1889-90 y la Gripe Española de 1918-1920», Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología.

– Libro “Cuarenta historias para una cuarentena. Reflexiones históricas sobre epidemias y salud global”, publicado por la Sociedad Española de Historia de la Medicina (SEHM)

– Programa “Utopías” en Radio 3 de RTVE del 27 de septiembre

– Historia de las Vacunas, Colegio de Médicos de Filadelfia

– Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría

– Revista de la Organización Panamericana de la Salud

Documento sobre el origen de la pandemia de 1918 publicado en Science Direct en 2004

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