La magnitud y complejidad de los atentados del 11 de septiembre de 2001, que causaron 3.000 muertos y derivaron en las guerras de Irak y Afganistán, alimentaron un buen número de hipótesis fantasiosas, pero casi todas convergieron en la idea de que el verdadero autor de los ataques no era el grupo terrorista Al Qaeda, sino el Gobierno de Estados Unidos.
